viernes, 30 de octubre de 2009

LA EUCARISTIA: PAN DE VIDA


“Danos hoy nuestro pan de cada día”(Mt. 6, 11), pedimos en el Padre Nuestro. Sin embargo, ese alimento diario, que pedimos y que Dios nos proporciona a través de su Divina Providencia, no es sólo el pan material, sino también -muy especialmente- el Pan Espiritual, el Pan de Vida. Los hebreos se alimentaron del maná en el desierto. Era un pan que bajaba del cielo, pero era un pan material. Sin embargo, nosotros tenemos un “Pan” mucho más especial que “ha bajado del Cielo y da la Vida al mundo” (Jn. 6, 33). Ese Pan espiritual es Jesucristo mismo, Quien nos enseñó a pedir “nuestro pan de cada día” (Lc. 11, 3) y Quien se nos da en la Sagrada Eucaristía. El es ese Pan Vivo que bajó del Cielo para traernos Vida Eterna. Dios ha dispuesto que el pan material, el cual carece de vida, nos mantenga y conserve la vida del cuerpo. Y también ha dispuesto para nosotros ese otro Pan Espiritual que es la Vida misma, pues esa pequeña oblea, la Hostia Consagrada, es Cristo mismo con todo su ser de Hombre y todo su Ser de Dios. No podemos estar pendientes solamente del alimento material. El pan material es necesario para la vida del cuerpo, pero el Pan Espiritual es indispensable para la vida del alma. Dios nos provee ambos. “¡Cómo será la Vida que ese Pan Divino puede comunicar a nuestra alma! ¡Qué prodigio que la Vida misma pueda ser comida, pueda ser nuestro alimento espiritual! Quien lo recibe –si lo recibe dignamente- recibe la Vida de Dios misma. ¡Cuán admirable será la vida del alma en nosotros, que comemos un Pan Vivo, que comemos la Vida misma en la Mesa del Dios Vivo! ¿Quién jamás oyó semejante prodigio, que la Vida pudiera ser comida? Sólo Jesús puede darnos tal manjar. Es Vida por naturaleza; quien le come, come la Vida. Por eso el Sacerdote, al dar la Comunión dice a cada uno: ‘¡El Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo guarde tu alma para la Vida Eterna’(*)” (San Columba Marmion en Jesucristo, Vida del alma, 1917). (*) Nota: Estas eran las palabras para la Comunión antes de la Reforma Litúrgica del Concilio Vaticano II.

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