Fátima:
IV. El Espíritu de la Devoción de Reparación:La Revelación del 29 de mayo de 1930
La Hermana Lucía estaba en Tuy en esa época. Su confesor, el Padre Gonçalves, le había hecho una serie de preguntas por escrito. Recordemos aquí sólo la cuarta: “¿Por qué cinco sábados (preguntó él), y no nueve o siete, en honor de los dolores de Nuestra Señora?”(28) Esa misma noche, la vidente le imploró a Nuestro Señor que la inspirara con una respuesta a estas preguntas. Pocos días después, ella le envió lo siguiente a su confesor.(29)
"Parte de la noche del 29 al 30 de este mes de mayo de 1930 (sabemos que era su costumbre tener una hora santa de las once a las doce de la noche, especialmente los jueves por la noche, según los pedidos del Sagrado Corazón en Paray-le-Monial), me quedé en la capilla con nuestro Señor y, hablándole de los dos preguntas, 4 y 5, me sentí de repente poseída más intimamente por su divina presencia, y, si no me engaño,(29a) me reveló lo siguiente:
“Hija mía, el motivo es sencillo. Cinco son las clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:
Las blasfemias contra la Inmaculada Concepción.
Las blasfemias contra Su Virginidad Perpetua.
Las blasfemias contra la Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como la Madre de los hombres.
El tratar de infundir públicamente en el corazón de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio para con esta Inmaculada Madre.
Los ultrajes directos a Ella en Sus sagradas imágenes.
“He aquí, hija Mía, por que ante este Inmaculado Corazón ultrajado se movió Mi misericordia a pedir esta pequeña reparación ...”(30)
Las espinas del Corazón Inmaculado de María
Sigamos aquí al Padre Alonso, porque en su estudio sobre el mensaje de Pontevedra, él hace un comentario largo y útil sobre las cinco ofensas contra el Corazón Inmaculado de María enumeradas por Nuestro Señor.
Las blasfemias de hombres herejes, cismáticos e impíos
Cegados por un ecumenismo engañador, hemos tenido la tendencia, desde 1962, de olvidar que existe una verdad evidente, recordada aquí por el Mensaje de Fátima: Aquéllos que obstinadamente y con pleno conocimiento abiertamente niegan las prerrogativas de la Santísima Virgen María, cometen las blasfemias mas odiosas en cuanto a Ella.
Primera blasfemia:
Contra la Inmaculada Concepción. El Padre Alonso pregunta: ¿Quiénes son aquéllos que pueden cometer esta ofensa contra el Corazón Inmaculado de María? La respuesta no deja duda: “En primer lugar y en general, las sectas Protestantes que rehusan recibir el dogma definido por el Papa Pío IX y que han continuado sosteniendo que la Santísima Virgen fue concibida con la mancha del pecado original y aún de pecados personales. Lo mismo podría decirse de los cristianos orientales (disidentes), puesto que a pesar de su gran devoción Mariana, ellos también rehusan este dogma”.(31)
Segunda blasfemia:
Aunque los ortodoxos la admiten, la mayoría de los Protestantes también rechazan la virginidad perfecta y perpetua de María “antes, mientras y despues de dar a luz”.
Tercera blasfemia:
Aunque ellos teóricamente aceptan la Maternidad Divina de María definida en el Concilio de Efeso, ellos se niegan a reconocerla como la Madre de los hombres en el sentido católico, que implica Su papel como Corredentora y Mediadora de gracia.
Cuarta blasfemia:
Se refiere a la perversión de los hijos por los enemigos de Nuestra Señora, mediante la cual ellos luchan para inculcar indiferencia, desprecio o inclusive odio hacia la Virgen Inmaculada; y la quinta blasfemia, por la cual ellos La ultrajan en Sus imágenes sagradas. Estos dos ultimos pecados son sólo la consecuencia lógica de los tres primeros, y frecuentemente van unidos a aquéllos. A la iconoclasia, o por lo menos el rechazo obstinado de la teología católica respecto de las imágenes sagradas, le falta mucho para que desaparezca.
En resumen, por tres siglos y medio la contra iglesia han estado librando una lucha furiosa y sin descanso contra la Virgen Inmaculada, contra la promoción de devoción a Ella, contra Su soberanía en los corazones y sobre todas las sociedades. Siguiendo los pasos del protestantismo, viniendo después del jansenismo y su frío desprecio por una devoción verdadera a la Santísima Virgen, del racionalismo de los siglos XVIII y XIX, así como el modernismo del siglo XX, esas fuerzas contrarias continúan atacando la doctrina y devoción Mariana con el mismo desprecio y alevosía. Por fin, es conocimiento común la forma como el comunismo Bolchevique intentó por todos los medios posibles destruir la veneración profunda de la Madre de Dios, anclada en el alma del pueblo ruso. Los íconos sagrados tuvieron que desaparecer, fueron destruidos o escondidos ... y ellos todavía esperan un día más feliz.
Las blasfemias de hijos rebeldes e ingratos.
Pero hay algo más grave, muchísimo más serio que todas las ofensas de hombres herejes, cismáticos, apóstatas e impíos. Son las blasfemias de los propios hijos de la Iglesia contra el Corazón Inmaculado de María. Con el pasar del tiempo, el mensaje de Pontevedra parece asombrosamente profético.
El Padre Ricardo, líder del Ejército Azul en Francia, y quien muy difícilmente podría considerarse sospechoso de pesimismo abusivo, comenta a este respecto: “Quién pudo haberse imaginado hace 50 años que estas cinco grandes ofensas contra María se extenderían dentro del clero de la Iglesia Catolica misma, y que un gran número de bautizados y catequizados en nuestras parroquias inclusive no sabrían ya rezar el ‘Ave María'”.(32) El Padre Alonso fue forzado a hacer observaciones parecidas.
Esta situación se ha vuelto tan prevalente hoy, que todo comentario resulta superfluo. Hay ciertos teólogos, ciertos sacerdotes y ciertos obispos que son cupables de las cinco blasfemias. No son sólo unos pocos casos excepcionales; son cientos y tal vez miles. No es suficiente hacer una observación sobre este hecho. Tenemos que descubrir las causas de esto y explicar cómo fue que llegamos a este punto. El Padre Alonso, al menos, describió el acontecimiento con exactitud: La gran “era Mariana”, inaugurada en 1854 con la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, él se atrave a escribir, terminó con el Concilio Vaticano Segundo.(33) Pero, ¿cómo sucedió esto? Y ¿por qué esta declinación alarmante de la devoción Mariana, que todavía estaba en plena flor cuando murió el Papa Pío XII? Esto es lo que tendremos que examinar después, en el contexto del Tercer Secreto.*
Sin embargo, comentemos ahora mismo que el primer elemento del Mensaje de Fátima es la fe — fe precisa y dogmática. Una devoción verdadera a la Santísima Virgen siempre y necesariamente presupone fe en Sus privilegios y prerrogativas infaliblemente definidos por el Papa, o enseñados por el magisterio ordinario y unánimemente creídos por siglos por los Fieles. Es también cierto que los pecados más graves contra la Santísima Virgen son primero que todo pecados contra la fe. Esta importante lección debe mantenerse en mente.
*NOTA DEL REDACTOR: Vea el libro del Frère Michel titulado The Third Secret (El Tercer Secreto), Vol. III de la obra The Whole Truth About Fatima (Toda la verdad sobre Fátima), o el folleto The Third Secret Revealed (El Tercer Secreto es revelado), que se puede obtener de The Fatima Crusader.
La Devoción de Reparación: Un secreto de misericordia para los pecadores
Después de enumerar las cinco blasfemias que ofenden gravamente a Su Santísima Madre, Nuestro Señor le dio a la Hermana Lucía la explicación decisiva que nos permite penetrar dentro del secreto de Su Corazón Inmaculado, que rebosa de misericordia por todos los pecadores, inclusive por los que La desprecian y ultrajan:
“He aquí, hija Mía, por qué ante este Inmaculado Corazón ultrajado se movió Mi misericordia a pedir esta pequeña reparación y, en atención a ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la disgracia de ofender a Mi Madre. En cuanto a tí, procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a misericordia para con esas pobres almas”.(34)
“El pecado contra el Espíritu Santo”.
Aquí tenemos unos de los temas principales del Mensaje de Fátima: Puesto que Dios ha decidido manifestar más y más su gran designio de amor, que consiste en conceder todas las gracias a los hombres a través de la mediación de la Virgen Inmaculada, parece que el rechazo de los hombres a someterse con docilidad a la voluntad de Dios es la falta que más gravamente hiere Su Corazón; por la cual Él ya no encuentra en Sí mismo ninguna inclinación para perdonar. Este pecado parece imperdonable, porque para Nuestro Salvador no hay un crimen más imperdonable que el de despreciar a Su Santísima Madre y el de “ultrajar Su Corazón Inmaculado, que es el Sanctuario del Espíritu Santo. Esto es cometer ‘la blasfemia contra el Espíritu Santo, que no será perdonada en este mundo o en el proximo'.”(35)
En 1929, en la aparición de Tuy, que es el cumplimiento final de Fátima, Nuestra Señora concluye la manifestación extraordinaria de la Santísima Trinidad con estas palabras sorprendentes: “Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mí que vengo a pedir Reparación. Sacrifícate por esta intención y ora”. Estas palabras son tan fuertes que varios traductores se tomaron la libertad de diluir su significado.(36)
“Un pequeño acto de Reparación” para salvar a los pecadores más grandes.
Sí, Nuestra Señora afirma tristemente que muchas almas se pierden por causa de su desprecio y blasfemias contra Ella ... Así, dándonos ejemplo de amar a nuestros enemigos, Ella misma interviene, porque sólo Ella puede todavía salvar a estos monstruos del orgullo y de la ingratitud que se han rebelado contra Ella. Como “Madre de Misericordia y Madre del Perdón”, como cantamos en la Salve Mater, Ella intercede por nosotros ante Su Hijo: Pueda la devoción filial de almas fieles, y las Comuniones Reparadoras ofrecidas los Cinco Primeros Sábados, consolar Su ultrajado Corazón y ser aceptadas por Él como Reparación por los crímenes de los pecadores. Nuestra Señora ora para que Él se digne aceptar esta “pequeña devoción”, y tenga en cuenta este “pequeño acto de Reparación” a Su Corazón Inmaculado, y se digne otorgar perdón, a pesar de todo, a los ingratos y blasfemos; a todas las pobres almas que han tenido la audacia de ofenderla — a Ella, ¡Su Santísima Madre!
Y como siempre, Nuestro Señor Le concede Su deseo. De esta manera, Él hace que la devoción de la Reparación sea un medio seguro y eficaz de convertir almas, muchas almas, entre aquéllas que están en mayor peligro de perderse para siempre. Debemos citar aquí un texto importante en el que la misma "gran promesa” es una consideración secundaria, ante la intención primaria del Corazón de María, que es la salvación de todos los pecadores. En mayo de 1930, la Hermana Lucía le escribió al Padre Gonçalves:
“Me parece que nuestro buen Dios me insta, en el fondo de mi corazón, para que pida al Santo Padre la aprobación de la devoción reparadora que el mismo Dios y la Santísima Virgen se dignaron pedir en 1925. En atención a esta pequeña devoción concederá el perdón a las almas que tuviesen la desgracia de ofender al Inmaculado Corazón de María, prometiendo la misma Santísima Virgen, a quienes del siguiente modo la quieran reparar, asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias para salvarse.(37)
Reparación necesaria.
La salvación de las almas, de todas las almas, “especialmente de aquéllas que más lo necesitan”, arrebatándolos a todos del fuego del infierno que los amenaza, es pues, en el análisis final, la intención principal de la práctica de los primeros sábados del mes; la misma intención que Nuestra Señora ya había indicado el 19 de agosto de 1917, cuando invitó con urgencia a los pastorcitos a orar y hacer sacrificios: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas al infierno por no haber quien se sacrifique y pida por ellas.”
La Santísima Virgen María ha sido designada Mediadora universal y Madre de Gracia Divina. No obstante, por un designio de la Providencia, que nos manda estar unidos a Ella, Nuestra Señora no puede actuar sola. Ella nos necesita, nuestro amor consolador y nuestras “pequeñas devociones” de Reparación, para salvar a las almas del infierno. ¡Enaltecido e imponente es el misterio de la comunión de los santos, que hace que la salvación de muchas almas realmente dependa de nuestra propia generosidad! ¡Y qué motivo para nosotros demostrar generosidad! Porque ¿cómo podríamos nosotros rehusar esta acción misionera que Nuestra Señora espera de nosotros, que Ella ha hecho tan fácil de cumplir — recuerde que con el permiso de un sacerdote, todos los ejercicios pedidos pueden transferirse al domingo — cuando estos mismos ejercicios son tan eficaces y fructíferos? Porque a través de esta devoción, muchas almas en peligro inminente de perderse para siempre, pueden obtener, al último momento y como si fuera a pesar de ellas mismas, la gracia de su conversión.
Para consolar al Corazón Inmaculado de María traspasado con espinas, para hacer Reparación por los ultrajes que Su Corazón recibe de los pecadores por medio de oración y sacrificio, es al final el requisito más preciso de esta primera parte del Secreto, que Nuestra Señora vino a recordarnos y clarificarnos en Pontevedra en 1925: “Tú al menos, haz por consolarme”. Ahora el sacrificio más perfecto, la oración más eficaz, es, por supuesto, el Santo Sacrificio de la Misa y la Sagrada Comunión ofrecidas a Dios con el espíritu de Reparación.(38)
Todo esto nos ayuda a entender la insistencia urgente de Nuestra Señora, Su deseo ardiente de que esta devoción de Reparación sea practicada por todas partes con la mayor frecuencia posible. Esta devoción es la más apreciada por Ella, porque es la más perfecta y, por tanto, la más eficaz para la salvación de las almas. Porque Ella desea nuestra cooperación a cualquier precio, Ella le ha asociado las promesas más maravillosas a esta devoción ...
“La guerra y la paz dependen de la devoción de Reparación”.
En efecto, además de la conversión de los pecadores y de nuestra salvación eterna, Nuestra Señora ha dispuesto que la Comunión Reparadora esté unida a otra promesa magnífica: El regalo de la paz. El 19 de marzo de 1939, la Hermana Lucía escribió:
“De la práctica de esta devoción, unida a la consagración al Corazón Inmaculado de María depende la guerra o la paz del mundo. Por eso yo deseaba tanto su propagación, y, sobre todo, por ser esa la voluntad de Dios y de nuestra querida Madre del Cielo...”(39)
Y el 20 de junio del mismo año, ella escribió:
“Nuestra Señora prometió retrasar para más adelante el flagelo de la guerra si fuera propagada y practicada esta devoción. Se ve que Ella va apartando ese castigo de acuerdo con los esfuerzos que se hacen para extenderla; pero yo tengo miedo que podamos hacer más de lo que hacemos, y que Dios, poco contento, levante el brazo de Su Misercordia y deje asolado el mundo con ese castigo qu será, como nunca fue, horrible, horrible.”(40)
Dos meses después, la guerra había sido declarada. Todavía nada se había hecho para responder a los pedidos del Cielo.
Del Primer Secreto al Segundo
Este anuncio profético nos lleva directamente a una tragedia. Es la gran tragedia que es, a la vez, religiosa y política, que en veinte años llevó a nuestra Europa cristiana a una guerra atroz, la más mortífera de toda la historia; y luego a otra aún más sangrienta y todavía más horible en cuanto a sus consecuencias devastadoras. Pronto ésta entregó naciones y casi continentes completos a la esclavitud del barbarismo soviético. Ahora explicaremos la forma como Nuestra Señora predijo esta terrible tragedia, identificando sus fases importantes y causas secretas, el 13 de julio de 1917. Esta es la segunda parte de Su gran Secreto.
El secreto capital: El Corazón Inmaculado de María, Salvación de las Almas.
Sin embargo, clarifiquemos desde el mismo principio que este “segundo secreto” depende estrechamente del primero, que tiene una importancia primordial. Porque como descubriremos en la segunda parte de nuestro estudio, la gran política Divina revelada por la Reina del Cielo en La Cova da Iria, con sus promesas atractivas de paz universal y duradera, y también con sus amenazas de castigos espantosos — toda esta plan de acción Divina es sólo un instrumento utilizado por la Misericordia Divina para obtener la salvación de las almas, el mayor número posible de almas.
Después de todo, es a la primera parte del Secreto que debemos regresar siempre, porque ésta es, sin duda, la principal y más importante ante los ojos de Dios. Salvar a las almas, a todas las almas, de la única maldad real, porque es la única maldad eterna — para arrebatarlas a cualquier costo de las llamas del infierno — es también la primera preocupación del Corazón Inmaculado de María. En Fátima, Ella reveló este Corazón Inmaculado como refugio y último recurso de los pecadores, aún de los más odiosos y miserables, porque Ella es la Mediadora de Misericordia, y la Puerta del Cielo. Esta es la primera parte de Su gran secreto, porque es también el primer secreto de Su Corazón: La Hermana Lucía describió el primer Secreto (la visión del infierno) en su Autobiografía y luego continuó diciendo:
“Asustados y como para pedir socorro, levantamos la vista a Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza: ‘Visteis el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón ...‘si hacen Lo que yo os diga se salvarán muchas almas y tendrán paz ...‘Vendré a pedir la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados’.”
La pequeña Jacinta había entendido perfectamente esta gran advertencia de Nuestra Señora para la salvación de las almas. Su alma estaba completamente penetrada por esto, como lo muestra este episodio. “A veces (la Hermana Lucía recuerda), ella recogía flores del campo y cantaba, al mismo tiempo, una melodía que ella misma había inventado:
‘Dulce Corazón de María,¡Sé mi Salvación!Corazón Inmaculado de María,Convierte a los pecadores,¡Salva a las almas del infierno!'"(41)
A propósito, estas palabras resumen la completa esencia del “primer Secreto”: Es a través del Corazón Inmaculado de María que la Santísima Trinidad quiere salvar a nuestras almas hoy, a todas las almas, para arrebatarlas de las llamas del Infierno y abrir el Cielo para ellas.